¿..y de dónde viene el Roscón de Reyes?

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¿..y de dónde viene el Roscón de Reyes?

Rubén de Vera

El roscón de reyes forma parte del mundo de la bollería tradicional europea, a la altura en calidad de los mejores brioches o panettones. Su forma redonda y en rosca parece reflejar la corona de un rey, así como la fruta escarchada, de colores, las joyas y rubíes de la corona. Es uno de nuestros grandes dulces, por eso en este post me pregunto, ¿por qué consumirlo solo un día de enero?
 

La historia

La historia del Roscón de Reyes se remonta a época romana, y su leyenda también. Como ocurre siempre en estos casos, la verdadera historia se diluye en el convencimiento de que todo empezó en Grecia o en Roma (a veces en Egipto o Mesopotamia) y llega mínimamente transformado hasta nuestros días. Pero no es así: la elaboración del Roscón de Reyes que comemos hoy es bastante moderna, y se originó, como es costumbre en el mundo dulce, en Francia, con los gâteau des rois.

Sí parece ser romana la idea de esconder un haba dentro de un dulce hecho a base de miel, dátiles e higos secos, que se comía en las Saturnalias para celebrar el final del periodo más nocturno del año y la vuelta de los días más largos. El esclavo que encontraba el haba, símbolo de fertilidad y prosperidad, recibía atenciones especiales al menos por un día. Pero el haba fue cambiada en Francia, allá por el siglo XVII, por una moneda de oro y se popularizó entre las elites: encontrar el haba pasó a ser signo de mala suerte. Exportado a España por el rey Borbón Felipe V, pronto se extendió y entró en juego la figurita para los afortunados y el haba para el que tiene que pagar el roscón.
 

¿Por qué lo comemos solo el día de Reyes?

Volviendo a la pregunta que me hacía antes, ¿por qué reducir su elaboración y consumo a una época tan restringida del año? Los problemas que nos encontramos con los roscones normalmente elaborados en tiendas es la baja calidad de las grasas empleadas, las harinas hiperrefinadas, el abuso de azúcar y algún relleno infame (que generalmente aporta más dulzor, no acidez), o los aromatizantes químicos y no pieles, reales, de naranjas y limones. La solución pasa siempre por dos salidas: o gastar mucho más dinero en comprar un roscón de calidad en las pocas tiendas que los ofrecen, o bien hacerlo en casa, con unos sencillos pero estimulantes pasos que inundarán de un olor agradable todo el hogar. La mejor opción, para mí, siempre será la segunda.

Al igual que ocurre con los dulces típicos de Navidad o de Semana Santa, los pestiños, las rosquillas, las torrijas, los turrones o la coca de Sant Joan, el roscón de Reyes, al estar localizado en fechas tan concretas, se confecciona de un modo masivo e industrial, de manera que cientos de miles de unidades estén disponibles en las casas el día 6 por la mañana. Desde aquí reivindico hacer en casa el roscón de Reyes cuando a uno, y a su familia o amigos, le apetezca, a lo largo de todo el año, y con el cariño y la atención que requiere.

Un dulce tan especial sabe a poco cuando hay que esperar un año para volver a comerlo. ¿Repetimos en la entrada de la primavera? Si hace falta, ¡no le damos forma de corona! 😉

 

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